clasismo, internacionalismo, socialismo

“Algo debe cambiar y la vía no se encuentra trazada por un desarrollo dentro de los marcos que nos ofrece el capitalismo. Ningún desarrollo en este marco garantizará las necesidades de los millones de niños, mujeres y hombres de América. Ninguna inteligente acción desarrollista-nacionalista que no ponga en juego la cuestión del poder para la clase obrera y el pueblo y la sustitución del capitalismo por el socialismo, garantizará esas necesidades.”

martes, 27 de septiembre de 2016

Pequeños apuntes para un debate sobre la relación entre los instrumentos de dominación y las resistencias a los mismos



“- ¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
- Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar.
- No me importa mucho el sitio.
- Entonces, tampoco importa mucho el camino.” 
Lewis Carrol
(Alice in Wonderland)

“La verdad no pertenece al orden del poder y en cambio posee un parentesco originario con la libertad: otros tantos temas tradicionales en la filosofía, a los que una "historia política de la verdad" debería dar vuelta mostrando que la verdad no es libre por naturaleza, ni siervo el error, sino que su producción está toda entera atravesada por relaciones de poder. La confesión es un ejemplo.”
Michel Foucault
(
La Volonté de Savoir)

Estas líneas que comienzan no pretenden ser un ensayo; serán, a lo sumo, un ensayo de ensayo; una aproximación desde la duda como método y desde una posición cercana a la de abogado del diablo.
Será desordenado; con seguridad. Tendrá la intención, que espero plasmar, de resultar provocativo. Pretendo, desde cierto acercamiento extremista y absurdo, mostrar lo que, muchas veces, aun desde el territorio de los justos reclamos, las justas reivindicaciones y las justas luchas, termina siendo -desde el antagonismo- una réplica (en negativo) de lo mismo que denunciamos como injusto, criticamos como inadecuado y combatimos como inaceptable.
Iré, por tanto, desde un extremo absurdo a otro extremo también absurdo; no porque piense o sostenga que las posiciones extremas son tal cosa sino porque, y he aquí la base del pensamiento que pretendo desarrollar, creo que ciertas formas de reclamo, ciertas formas de reivindicación, ciertas formas de lucha, no solo no combaten lo injusto sino que reproducen, aunque de manera diferente, el mecanismo de injusticia que sustenta el actual statu quo y, en el mejor de los casos, hipoteca la posibilidad de modificar ese estatus e, ineficazmente, conduce a un callejón sin salida o, en todo caso, a la salida que proponen quienes, desde ese statu quo referido, tejen las intrincadas redes de dominación y las inextricables marañas que nos amarran a la realidad.


La coyuntura como atrapamoscas
Los medios de desinformación masiva, que en los hechos son formadores de opinión masiva y pertenecen a grupos de poder, y los supuestamente alternativos, que pretenden no pertenecer a grupos de poder, generan contenidos de manera abrumadora; las redes sociales son un constante espejo donde visualizamos nuestras carencias, intereses, preferencias, frustraciones, apetencias; o creemos eso. Quizá adquirimos ideas de carencia de elementos que no deseamos y mucho menos necesitamos; intereses que no son tales o no son los nuestros; preferencias que son moda y no elección consciente; frustraciones que se generan solo y exclusivamente a partir de un aparente elegido click inducido desde afuera; apetencias como ejercicio estéril e infundamentado desde opciones elegidas por otros.  En realidad toda esta desinformación-formación-conformación es parte del arsenal ideológico que se utiliza como armamento cultural para dominarnos desde una no evidencia de la dominación. Es una barrera cultural proactiva; es el armamento que se utiliza en los lapsos que existen entre períodos en que se saca a luz y al terreno concreto la utilización de armamento material real. Un arma de fuego es una herramienta; un arma ideológica es un insumo. Tomamos para nosotros insumos generados por quienes nos dominan y disparamos sobre nosotros mismos.
Luego de ver u oír un desinformativo-formativo-conformativo pasamos horas o días hablando del tema de portada o del sobresaliente (portada o elemento sobresaliente que son elegidos desde un interés concreto).
Ingresamos a las redes sociales y pasamos horas publicando o comentando sobre y acerca de los temas predominantes –aquellos que fueron elegidos desde un interés concreto como de portada o sobresalientes- y volcados desde los medios masivos a los alternativos; estos temas fueron generados por los medios imperativos y trasvasados a los alternativos de manera articulada y consciente. La alternativa a lo dominante es, entonces, una oferta de quienes dominan.
Analizamos –eso creemos- él y los fenómenos sin estudiar los hechos; sin estudiar el desarrollo de los hechos; sin estudiar las causas de los hechos y, muchas veces, sin siquiera comprender que estos hechos ni siquiera son hechos. O son hechos elegidos a partir de la selección entre otros muchos hechos. Se eligen ciertos hechos; se ocultan otros; hablamos de lo que se nos ofrece como menú aunque no tengamos apetito. Somos el alimento servido a la mesa de otros creyendo que somos comensales en nuestra propia mesa. Somos moscas que se adhieren a una trampa impuesta mientras creemos que somos pájaros que vuelan en libertad.


Todos somos cualquier cosa
Ayotzinapa; Charlie Hebdo; París bajo atentados; mujer asesinada por su pareja; perro asesinado por su dueño; fiscal Nisman; migrantes ahogados en el Mediterráneo; transexual acosada por la policía; almacenero rapiñado.
Dejando de lado la posibilidad de una marcada esquizofrenia y aceptando –provisionalmente-  la factibilidad de que, sincera y honestamente, nos ocupe y preocupe cualquier cosa; dando por buena la hipótesis de que un perro asesinado por una persona y la muerte de centenares de seres humanos que escapan a una geografía -supuestamente más conveniente- tengan igual importancia; manejando con buena voluntad la idea de que cambiando una foto de perfil, accediendo a la pretensión de utilidad de marcar públicamente nuestra indignada posición en una red social y accediendo también –por el momento- a la pertinencia de comentar cómo nos hace sentir que desaparezcan 43 estudiantes o que a un cuentapropista le lleven la recaudación del día, cabe aún cuestionar algunas cosas; otras cosas. Y analizar.
En principio cabe preguntarse si cabe cuestionarse acerca de cuántos días serían correctos para tener una foto diciendo 43 antes de cambiarla por todos somos Charlie Hebdo; sin entrar a cuestionar aquí si podemos a la vez o alternativamente; cabe preguntarse si cabe solidarizarnos con los estudiantes asesinados y con una supuesta revista humorística con un perfil específico determinado.
¿Podemos decir yo soy Nisman y pedir justicia por lo sucedido en Charlie Hebdo? ¿Podemos indignarnos por los atentados de la organización Estado Islámico e indignarnos simultáneamente por la muerte de centenares de personas que intentan –sin permiso manifiesto de los estados europeos- ingresar a Europa? ¿Podemos un día indignarnos porque un perro mata a un niño y a la tarde de ese día porque un adulto mata a un perro? ¿Podemos solo  indignarnos y colocar una foto en un perfil y dar gritos a un cielo virtual desgarrándonos virtualmente para generar ecos virtuales en un territorio virtual? De hecho los hechos demuestran que sí; se puede. Podemos ser cualquier cosa; podemos hacer cualquier cosa. Pero ese podemos y ese cualquier cosa es podemos y cualquier cosa en el terreno de la virtualidad; virtualidad que nos conceden –virtualmente- quienes provocan, permiten, difunden y privilegian –realmente- los hechos que nos indignan; hechos narrados por los narradores que, a su vez, tienen lazos de filiación estrecha con quienes producen los hechos que nos indignan. Hechos reales; narraciones virtuales; reacciones virtuales. Reaccionamos en el estéril, inconducente, onanístico y eunuco rincón del ciberespacio. Hemos huido de la realidad; hemos rehuido la acción; hemos derruido la conciencia; hemos destruido la protesta. Somos cualquier cosa; virtual, por supuesto.

La diversidad como fragmentación
Yo me reivindico, tú te reivindicas, ella y él se reivindican, nosotras y nosotros nos reivindicamos, vosotras y vosotros quizá no pero ellas y ellos nos sugieren cómo, dónde, cuándo, por qué, para qué y hasta qué punto.
Y ese punto siempre será el políticamente correcto.
La pregunta, en este punto, consiste en cuestionarse acerca de si lo políticamente correcto es lo políticamente necesario y permítaseme citar a Hegel: “
Todo lo real es racional y todo lo racional es real”; pero esto es una parte del pensamiento hegeliano al respecto. Agrega Hegel: “la realidad, al desplegarse, se revela como necesidad”.
Asumamos que nos encontramos en un punto donde intentamos equilibrar lo real con lo racional y lo racional con lo real pero comprendamos que en el decurso, en el desarrollo, en el desenvolvimiento hay una necesidad y existen momentos en los cuales el correlato objetivo entre lo real-racional, lo racional-real convive en contradicción en tanto necesidad.
Aterricemos esto a ejemplos concretos. Hemos reivindicado los derechos en relación con la diversidad de género, de opciones, de orientaciones sexuales; hemos reivindicado los derechos de minorías en relación a color de piel; hemos reivindicado derechos postergados de sectores marginados por cuestiones económico-sociales; hemos reivindicado especificidades en base a una lectura de lo real-racional; de lo racional-real.
Hemos legislado en favor del matrimonio entre personas de igual sexo.
Hemos legislado en favor de cierto número de mujeres en listas electorales.
Hemos legislado en favor de cubrir necesidades básicas de sectores excluidos.
Hemos legislado en favor de protección de derechos de personas con capacidades diferentes. Hemos legislado en función del favor de varios etcéteras. Y digo “hemos” desde el supuesto de una hipotética representatividad de los órganos legislativos.
Hemos reivindicado la diferencia, la minoría, lo desigual y lo hemos hecho cuotificando, accediendo, asistiendo, concediendo pero cabe llevar esto al absurdo para analizar si, en ese sendero, no estamos cayendo en un absurdo más sutil, menos visible y, de alguna manera, más discriminatorio que los hechos que generan la discriminación.
Otro ejemplo concreto: a las personas que antes le llamábamos negras ahora debemos llamarlas afrodescendientes y generamos leyes para los afrodescendientes; acto seguido se acabó la discriminación. Las palabras son mágicas; una persona de piel oscura ya no será discriminada por tener la piel oscura y gozará de todos los derechos de los cuales gozan las personas de piel blanca y pasará a ser discriminada en tanto persona a secas; las personas blancas, a quienes -para no discriminar- deberíamos llamar eurodescendientes, sin importar si sus progenitores son europeos, americanos, asiáticos, africanos u oceánicos podrán seguir siendo discriminadas por otras razones pero no de manera “negativa” en un estatus de superioridad ya que las personas negras –ahora afrodescendientes- serán discriminadas “positivamente” en un estatus de igualdad; por el camino del absurdo se llega a ver mejor la realidad.
No todas las personas de piel oscura son descendientes de personas africanas; no todas las personas de piel clara son descendientes de personas europeas; no se ha legislado en relación a la discriminación de personas de otro color de piel, quizá sea por cuestión de cantidad o masa crítica pero entonces algo falla.
La lucha por la igualdad de derechos de las personas con opciones de género y orientaciones sexuales diferentes –cabe preguntarse diferentes a qué- parece concluir en que el Estado ha permitido que contraigan matrimonio. El Estado ha concedido un derecho que ya existía; se ha luchado por un derecho de una manera asimilada al sistema; no hemos llegado al registro civil tomados de las manos dos hombres o dos mujeres reivindicando nuestro derecho en tanto personas en el marco de una supuesta democracia republicana; hemos mendigado una ley que nos normatiza desde lo diferente; ergo: luchando por la igualdad hemos asumido la diferencia y nos han tratado diferente para asimilarnos como iguales y –nuevamente- cabe preguntarse iguales a qué. El Estado continúa normatizando y canalizando las luchas mientras nosotros evadimos y evitamos la lucha frontal contra el Estado. Prosigamos por la línea del absurdo y llevemos lo absurdo relativo al plano de lo absurdo extremo.
Supongamos por un instante que yo soy mujer, lesbiana, afrodescendiente pero además soy madre soltera con cinco hijos a cargo y pertenezco a un sector social expoliado y sumergido en lo económico, social y cultural; supongamos que soy hombre eurodescendiente heterosexual aunque en una o dos oportunidades he practicado sexo con personas del mismo género y pertenezco a una clase social acomodada y con un nivel cultural alto.
¿Cómo me reivindico en el primer caso? ¿Cómo me reivindico en el segundo caso? ¿Reclamo una cuota? ¿Reclamo una legislación? ¿Acudo a los medios? ¿Me asocio a los iguales? ¿Confronto con los diferentes? ¿Genero alianzas tácticas?
Supongamos que las minorías deben reivindicarse en tanto minorías y asumamos –provisionalmente- que toda reivindicación culmina en una graciosa y gentil dádiva legislativa de los órganos representativos, la cual deviene en una taxativa y metódica cuotificación.
Una persona “eurodescendiente-católica-homosexual-ciega-inmigrante” escapada de una guerra en algún lugar de Europa, sin trabajo y sin estatuto jurídico. ¿Por dónde debería comenzar el sinuoso sendero de la justa reivindicación de sus derechos? Una opción sencilla sería reivindicarse como persona humana; otra posibilidad sería golpear las kafkianas puertas palaciegas en busca de la última etiqueta de especificidad que el Estado ha diseñado. Hemos dejado de luchar para reclamar, en el mostrador de turno, la etiqueta que los poderosos acceden a entregarnos como símbolo de igualdad; reclamamos una diversidad la cual, lejos de incluirnos, nos excluye de lo que nos iguala en tanto seres humanos sujetos de derecho.

La ausencia de posicionamiento
como reivindicación de posición
Ya seamos moscas que juegan a ser pájaros; ya seamos una foto que metamorfosea en un perfil que deambula sobre la cresta de la ola desinformativa; ya pertenezcamos a un colectivo específico de una minoría específica o no hayamos definido claramente a qué colectivo plegarnos deberíamos, al menos eso intento sostener (puedo estar profundamente equivocado), asumirnos en función de que somos individuos en una sociedad determinada en un momento histórico determinado y estamos sujetos a relaciones económico-sociales-culturales específicas y determinadas. Pertenecemos, además de a especificidades particulares, a una clase social. Existe una clase que detenta el poder de diversas maneras; hasta el momento, quienes sufrimos ese poder, hemos luchado, en la mayoría de los casos, en la mayor parte de la historia, en favor del sistema; creyendo, soñando, que le combatimos.


Alejandro Quino García Ruiz

martes, 13 de septiembre de 2011

Había una vez un Hipopótamo y un caballo de Troya

APUNTES EN RELACION CON LA NUEVA ADMINISTRACION FRENTEAMPLISTA


(Este artículo fue escrito hace un año, aproximadamente; ahora lo publico sin revisarlo y sin tocar un punto ni una coma. Que hable el proceso)

...Desde nuestra definición revolucionaria indo-afro-americana llamamos al Uruguay “pequeña comarca”, dado que, para nosotros, “este país”, sólo expresa una realidad particular en algunos de sus aspectos ya que, desde su origen y a lo largo de la historia, ha pertenecido y ha estado vinculado a una raíz mayor y a un contexto indisoluble; a este aspecto marco le llamaremos (le hemos llamado) Comarca. Por tanto entendemos que la “pequeña comarca” es el Estado nación uruguayo y la Comarca es la geografía vinculante desde la revolución artiguista hasta nuestros días; o sea: la región inmediata prefigurada en la génesis de las provincias Unidas y la Liga Federal...


La estrategia y la táctica revolucionaria

      “En el marco de coyuntura que atraviesa el continente y en relación dialéctica con la necesaria estrategia, visualizamos algunas cuestiones de importancia a atender en lo inmediato y analizamos el “cómo” desarrollar dicha acción en dicho terreno.

      Si asumimos que la estrategia consiste en desarrollar una serie de herramientas sociales-políticas para imbricar todas las formas de lucha de manera dialéctica hacia un objetivo final asumimos que: en este sentido no debemos hablar de “tácticas lineales” ni de “tácticas sinuosas” o de otras variantes de dudoso rigor a la luz del análisis de clase. En el desarrollo de los procesos, las contradicciones deben resolverse a partir de la lucha de contrarios en un sentido de superación.

      Cada coyuntura específica particular deberá analizarse desde un posicionamiento de clase y en función de los intereses del proceso revolucionario; los factores que se visualicen como “polos” de la contradicción serán objeto táctico de la acción popular continental; dicha acción deberá lograr superar dialécticamente, en un sentido ascendente, las condiciones actuales en favor del proceso revolucionario.

      Desde esta concepción puede sí, en determinados momentos del proceso, hablarse de repliegues tácticos (táctica defensiva) o de avances tácticos (ofensiva táctica). Estas opciones deberán considerarse a partir de una justa valoración de la correlación de fuerzas en cada momento y lugar, mas, en esencia la táctica debe estar en función de aportar al desarrollo de la estrategia desde el plano histórico concreto particular en cada caso. Podrá, al mismo tiempo, en algún frente de lucha operarse con una ofensiva táctica y en otro frente a partir de una táctica defensiva. Lo fundamental, para acertar a la hora de decidir qué táctica desarrollar, es una justa valoración de las fuerzas en pugna sobre el terreno específico (análisis concreto de la situación concreta).

      No hay entonces una “receta” táctica y por ende, toda decisión de este nivel, debe ser tomada con cierta autonomía por las fuerzas del campo popular que estén en el terreno de operaciones en condiciones de incidir en los procesos; estas decisiones (de carácter esencialmente político) deben visualizarse en función del conjunto y no de la parte. La táctica es un “arte” de particular importancia y desde ésta se logrará desarrollar, de manera superadora, cada momento en función de la estrategia en la medida de los aciertos, o se operará en desmedro del conjunto desde el punto de vista estratégico cuando los errores tácticos incidan negativamente.

      Nos atrevemos a afirmar entonces que sin teoría revolucionaria no habrá práctica revolucionaria; que la estrategia revolucionaria signará el proceso pero que sin aciertos tácticos articulados la estrategia es una ilusión. La praxis revolucionaria desde el método dialéctico se articula a partir de la afirmación, la negación y la negación de la negación. La síntesis creadora y conciente es la base del método. La estrategia es continental y la táctica debe ser autónoma aunque no aislada de una justa valoración sistémica.” [1]

Hace un mes que ha asumido el nuevo Ejecutivo de esta administración; podemos (debemos), desde el espacio de intención revolucionaria, tener nuestras propias caracterizaciones del mismo; podemos, de igual modo, especular y proyectar previsiones en relación con la gestión futura. Asimismo podemos elaborar toda suerte de aproximaciones en relación a las esperanzas y expectativas de quienes le han, desde su base electoral, encomendado la administración para los próximos cinco años. Lo que no debemos hacer, desde nuestra posición, es confundir deseos con realidades ni creer que los procesos contradictorios de la fuerza política Frente Amplio y la interna del gobierno en su relación con esa base electoral y los poderes fácticos pueden superar lo que requiere de otras cuestiones.

Este gobierno que se ha instalado es diferente al que se desarrolló desde la administración Vázquez; afirmar que es más de lo mismo, que es “peor de lo mismo”, creer que no hay diferencias o no ser capaces de analizar si existen es, a no dudarlo, una posición riesgosa, políticamente torpe y para nada dialéctica.

Debe, desde posiciones revolucionarias, hilarse muy finamente en las caracterizaciones; debe hilarse muy fino en la capacidad de visualizar matices; debe, asimismo, comprenderse que este momento es producto de un desarrollo y que ese desarrollo arranca, al menos, en el Batallón Florida en el año 1972. Cabe, de igual manera, partir de la base de que este gobierno está “hegemonizado” por el aparato del MLN-MPP y que a la cabeza del mismo se encuentran dirigentes “históricos” que, lejos de impulsar en los sesenta y setenta planteos anclados en la convicción de que la lucha de clases es el motor de la historia, desde su génesis, pretendieron un proyecto nacional en contraposición con la necesidad de una revolución americana en el marco de la estrategia guevarista, y eligieron una estrategia policlasista -cuando no pequeño burguesa- de alianzas efímeras, en pos de “una Patria para Todos” en contraposición con la necesaria adopción de un posicionamiento de clase definido. A esta debilidad genética, a la ecléctica construcción de una organización amorfa y sin una doctrina clara le impregnaron una metodología confrontativa y un marketing político atrayentes, y de “moda” entonces, que permitió propalar en el Uruguay, en el continente y en el mundo una imagen idealizada y deformada de una seudo guerrilla que llegó a considerarse la más importante de América Latina y que, sin embargo, no superó nunca el plano propagandístico, nunca llegó a desarrollarse en el plano militar como un ejército popular o un verdadero contrapoder y adoleció –además- de jamás lograr (o intentar) convertirse en una organización coherente desde el plano doctrinario, político y metodológico. Sobre esos falsos paradigmas se sostuvo el mito MLN-T a través de tres décadas; sobre estos y otros falsos paradigmas se sostiene este gobierno y el apoyo de masas que, compréndase, anótese y considérese, este gobierno posee; nos agrade o no.

Pese a las afirmaciones precedentes, en relación con el MLN-T histórico y su accionar en los sesenta y setenta cabe, no obstante, precisar alguna cuestión complementaria; si bien hemos señalado críticamente algunos aspectos fundamentales que permiten visualizar cierta “continuidad” entre su visión inicial y la actual, es imprescindible remarcar, positivamente, algunas cuestiones: la línea confrontativa de su accionar y la arriesgada acción y consecuencia revolucionaria de cientos de sus integrantes es innegable y debe ser reconocida pese a las falencias originarias señaladas; debe, asimismo, analizarse por qué prevaleció entonces, al menos desde el año 72 y posteriormente a la salida de la dictadura, una corriente negociadora, conciliadora y sistémica. Afirmamos esta tesis en el sentido de que la dialéctica de esta organización, en relación con su accionar, se sustenta en lo ya planteado; más allá de intenciones y metodologías y de la honestidad y convicción revolucionaria de muchos de sus militantes, no podía darse otro desarrollo que el que sucedió, producto, refirmamos, de al menos tres factores ya señalados; a saber: predominancia de extracción pequeño burguesa; amorfía doctrinaria y organizacional; privilegio del método por sobre la ductilidad táctica y menosprecio del accionar del frente de masas en beneficio del “aparato”.

Antesala para un contexto inmediato

Hace décadas que, para cierta izquierda, el enemigo visible y denunciable es exclusivamente el imperio, esto propiciado por ciertas elucubraciones amparadas en los proyectos de liberación nacional y en las alianzas políticas con supuestas burguesías nacionales; hace casi cuarenta años que casi nadie denuncia a las roscas oligárquicas y a la burguesía que domina los resortes económicos, políticos, superestructurales. Así como torpe es no comprender los matices y la interrelación que existe en los diferentes procesos en cada comarca americana, es extremadamente peligroso no comprender que, en esencia, la cuestión del poder es la que debe analizarse y plantearse en esta hora donde el sistema capitalista se encuentra en un estadio de desarrollo cualitativamente diferente, incluso, al que Lenin analizara en “Imperialismo, fase superior del capitalismo”. El primer aspecto a analizar (cosa que no haremos aquí ya que este aspecto, por sí sólo, demandaría cientos de páginas) es que la tendencia del desarrollo del proceso hace suponer que, de prevalecer el capitalismo como sistema a escala global, en pocas décadas no habrá ni escala ni globo; colapsará el planeta. El segundo aspecto a analizar es que el sistema no colapsará, porque es la arquitectura económica, social y superestructural que la clase dominante -a escala mundial- ha edificado en siglos para que sus intereses privilegiados sean intocados. Esta clase es la burguesía, más allá de especificidades y vínculos económicos y de poder; esta clase no se suicida como tal ni se redime en función de intereses “comunes” a escala planetaria. Esta clase es capaz de destruir el planeta, en términos literales, con tal de mantener sus privilegios aunque sea cincuenta o cien años más. Esta clase (algunos de sus sectores) ha devenido en rosca oligárquica a nivel mundial y reposa sus asentaderas en un complejo industrial-militar-financiero que articula los conflictos interimperialistas (es decir interburgueses) en una suerte de gran tablero de ajedrez donde los peones son los pueblos, y las demás piezas componen una partida donde el rey se resguarda pese a todo. El rey es el sistema capitalista a escala planetaria. Los alfiles pueden cambiar de bando, se puede perder un caballo, entregar una torre pero nada más.


Del documento de “Estrategia y Táctica” del MPP

    “El gobierno, para nosotros, puede y tiene que ser parte de esa construcción de poder nacional. Pero sin perder de vista que la construcción del socialismo, además del poder, requiere del suficiente desarrollo de las fuerzas productivas y de la socialización de estas ahí donde se han desarrollado... Es decir, que el desarrollo o socialización de las fuerzas productivas forma parte del poder necesario para construir el socialismo.”

    “La consigna estratégica debe ser: LLEGAMOS PARA QUEDARNOS PORQUE DEBEMOS CRECER PARA CREAR PODER NACIONAL.”

    “Ese propósito estratégico es irrenunciable, legal y legítimo: están las condiciones dadas para seguir creciendo en la forja de un vasto y mayoritario movimiento político y social que exprese la unidad y la estrategia de las fuerzas nacionales. Ellas tienen pleno derecho e ineludible obligación de tomar en sus manos no sólo los resortes del Gobierno sino los del Poder para que entonces las palabras “liberación”, “nacional” y “soberanía” no sean más que palabras.” [2]

    En respuesta a algunos párrafos de este Documento

    “Existimos, y lo asumimos con calma, organizaciones de izquierda revolucionaria, marxista, radical, que no contamos con apoyo de masas; es hoy, a no dudarlo, un hecho. Se afirma que actuamos al margen de ellas y sin su apoyo; decimos: pero actuamos para nada ajenas a los intereses de clase de esas masas, más allá de su (todavía) escasa comprensión. Existen también, sin embargo, organizaciones que se autoproclaman de “izquierda”, que reciben el apoyo de masas pero que no salvaguardan a la clase explotada y expropiada e, incluso, actúan contra sus legítimos intereses asumiendo la defensa irrestricta del imperio, el capital financiero, la oligarquía y la burguesía; es, a no dudarlo, otro hecho.


    Es cierto que en la coyuntura actual, quienes reivindicamos posturas radicales, de principios de izquierda, desde posiciones de clase y visualizando las contradicciones fundamentales y principales, no logramos aún movilizar masas; una de las causas, entre otras, es la confusión que han sembrado organizaciones otrora “revolucionarias” y ex principistas en esas grandes masas. Al igual que en las décadas previas a los sesenta, esas organizaciones de la izquierda marxista y revolucionaria, pese a su justa prédica, no lograban convencer masas y éstas eran dirigidas por los partidos de la burguesía, hoy, quienes no hemos claudicado y reconocemos en la base material y las relaciones de producción la causa primera de la injusticia (o sea la “raíz”) todavía no logramos “oídos” en sectores del pueblo objetivamente explotados, marginados, engañados e hipnotizados por el tinglado “progresista-emepepista”.
    Esta carencia debemos corregirla y atenderla autocríticamente pero sin renunciamientos y sin rendiciones.” [3]



Nuestra “pequeña” comarca

          “De una comarca de la América española a otra comarca varían las cosas, varía el paisaje; pero no varía el hombre. Y el sujeto de la historia es, ante todo, el hombre. La economía, la política, la religión, son formas de la realidad humana. Su historia es, en su esencia, la historia del hombre.”

        José Carlos Mariátegui
        La unidad de la América indo-española


Sería interesante abordar el análisis en relación a lo que puede esperarse de la nueva administración, a la luz de lo que ha dejado en pie la saliente y relacionado esto con la conformación de la coalición Frente Amplio y sus principales fuerzas y actores; obviamente, este análisis debe partir de la cuestión económica, de los factores sociales y, en último término, de lo superestructural. Vemos con preocupación que, tanto desde posiciones críticas como desde posiciones proclives al gobierno, el hincapié se realiza de manera inversa, privilegiando en estos análisis una postura ideologizada y, por tanto, cargada de subjetivismos y análisis forzados.

El Uruguay es una sociedad dividida en clases, enmarcado en una estructura económico-social capitalista y dependiente; esta afirmación difícilmente sea discutible.


      1. Desde nuestra definición revolucionaria indo-afro-americana llamamos al Uruguay “pequeña comarca”, dado que, para nosotros, “este país”, sólo expresa una realidad particular en algunos de sus aspectos ya que, desde su origen y a lo largo de la historia, ha pertenecido y ha estado vinculado a una raíz mayor y a un contexto indisoluble; a este aspecto marco le llamaremos (le hemos llamado) Comarca. Por tanto entendemos que la “pequeña comarca” es el Estado nación uruguayo y la Comarca es la geografía vinculante desde la revolución artiguista hasta nuestros días; o sea: la región inmediata prefigurada en la génesis de las provincias Unidas y la Liga Federal.

      1. En la actualidad, y desde hace al menos una década, algunos aspectos estructurales se han visto modificados dramáticamente. Estos aspectos no han hecho más que afianzar y profundizar al Uruguay como un país inserto en el área de lo que denominamos países “capitalistas y dependientes”.

      1. El Uruguay ha pasado, en vinculación con la tierra y su modelo de explotación, a ser radicalmente distinto a lo que fue hasta finales de los ochenta; en tal sentido, de ser un país agropecuario, sustentado (y sumido) en el latifundio y en la producción extensiva en manos de unas pocas familias de la oligarquía, ha devenido en un modelo forestal y de monocultivo en manos de sociedades anónimas y, por tanto, en manos de empresas extranjeras con apoyatura en algunos estratos de la burguesía vinculada a las finanzas, las cuales, obviamente, se emparentan también con aquellas familias de la vieja “rosca”. Esta nueva realidad es definitoria aunque no implica un único rasgo a considerar. De igual manera existen otras situaciones a tener en cuenta en este marco y visualizamos, asimismo, algunos esbozos de típica producción capitalista aún en el campo; de todos modos, creemos que, el rasgo fundamental a considerar en torno a la tierra y, en consecuencia, en relación con los recursos naturales, es que se han entregado a manos extranjeras en una dimensión asombrosa que pone en cuestión nuestra propia existencia como Estado-nación.

      1. La producción agropecuaria típica se sigue estructurando, fundamentalmente, en torno a un modelo exportador de “commodities” (materia prima bruta con escasa o nula manufactura posterior). Las producciones familiares y/o cooperativas (las más de las veces artesanales) son, casi exclusivamente, formas de sustentación parciales y sujetas al manejo imprevisible del mercado interno, además deformado por la especulación y la gravitación negativa de las importaciones que afectan, de manera tremenda, la posibilidad de hacer sustentables estos proyectos.

      1. En vinculación con la industria es, a todas luces, escasísima o nula la existencia de producción de importancia en el sentido de favorecer posibilidades de incidir en la generación de divisas significativas a partir de la exportación de productos manufacturados. Prácticamente en ninguna rama de la producción existen, como sí en otras décadas, fábricas de porte y, por ende, son casi ausentes las concentraciones de obreros y trabajadores en la producción sistematizada y encadenada a una forma clásica.

      1. Quizá sólo en el terreno de la informática (y algunas áreas vinculadas y afines) puede verse un proceso de signo contrario; este aspecto, si bien puede ser de importancia en un terreno de desarrollo estratégico futuro, escasa o nula incidencia tiene hoy para los trabajadores en su conjunto y, de este espacio productivo, no surgirá ninguna posibilidad de desarrollo de contradicciones antisistémicas en el corto plazo.

      1. Podemos ver, con claridad, que sólo se ha desarrollado el área vinculada con los servicios y el comercio. Esta realidad hace de nuestra economía, ya deformada hace décadas, una suerte de eslabón muerto en la cadena de relaciones sociales de producción.

      1. Existe, por todo esto, una casi nula existencia de un “campesinado” clásico y, por cierto, es relativamente escasa (aunque creciente) la presencia de un conglomerado importante de trabajadores rurales asalariados. De igual manera podemos definir que: a la casi ausente clase obrera en sí, se le suma el preocupante ingrediente de la inexistencia de una clase para sí.

      1. En las tres últimas décadas se ha modificado y agravado un componente esencial de nuestra realidad social; este es la marginación a que se ha llevado a miles de niños, mujeres y hombres. Esta marginación que lleva años y ha superado ya las dos generaciones de individuos es un componente estructural imposible de no contemplar. Esta marginación no sólo es consecuencia directa de la acción del sistema sino que es funcional al mismo en la medida que no sea objeto de una acción precisa, eficaz e inteligente. Esta marginación es, además, marginalidad que no sólo es concreta sino, muchas veces, operativa.

      1. En el plano de la cultura, en todos sus aspectos, preocupa y alarma el descaecimiento que se sostiene y se profundiza hace tres décadas; es preocupante el seguidismo de la Universidad a la ideología dominante y la creciente incidencia del área privada en este aspecto (elemento coadyuvante aunque no exclusivo); la intelectualidad, antes importante, pujante y presente en todos los debates que cruzaban el entramado social, muestra y demuestra la derrota ideológica sufrida en los ochenta y noventa por el campo popular. Los sindicatos y las organizaciones de masas, en lo social, presentan una creciente carencia operativa de carácter contestatario y se adecuan, amoldan y adormilan en el escasísimo marco que permite la acotadísima posibilidad de lucha económica y reivindicativa.

      1. Las organizaciones políticas se encuentran inmersas y sumidas en la mediocre e inviable superación de fenómenos superestructurales y nada hacen en la dirección de analizar, proponer y modificar cuestiones vinculadas con la estructura económica y las relaciones que de ella se derivan.

      1. Es en este marco que nos movemos y este marco incorpora, como correlato superestructural, cultural e ideológico, la comprobación de que nos encontramos en la más difícil coyuntura conocida, para impulsar ideas y prácticas revolucionarias, vivida en décadas. Es difícil recordar una etapa en nuestra historia donde la orfandad doctrinaria se expresara con tanta crudeza como en nuestros días.



El actual gobierno y las perspectivas inmediatas

El actual gobierno del Frente Amplio ha sido definido y se lo continúa caracterizando (aún por fuerzas de intención revolucionaria y afines) unas veces como socialdemócrata, otras como social liberal, otras como neoliberal, otras como pro imperialista; estas caracterizaciones adolecen (en rigor conceptual e histórico) de varios aspectos. Nos atrevemos a afirmar (e intentaremos demostrar, con brevedad) que el Frente Amplio, en tanto gobierno, tiene particularidades específicas que exigen un análisis adecuado y, por ende, el trabajo de propaganda, agitación y concientización que deberemos desarrollar debe hilar fino en cuestiones importantes, como son, las caracterizaciones desde lo económico, lo social y lo político.

El gobierno presidido por Mujica y dirigido por el “aparato” del MLN-MPP es, claramente, una administración proclive al desarrollo de relaciones de producción capitalistas; no podría ser otra cosa. Ahora bien: a diferencia de la administración Vázquez, ésta, pretenderá que ese desarrollo oscile, pendularmente, entre cierta autonomía de gestión, limitada por los compromisos macroeconómicos con los organismos internacionales de crédito, y la ilusoria generación de cierto sesgo nacionalista en la estructuración de proyectos que, por una parte, permitan desplegar cierta potencialidad de una burguesía no tan vinculada a los intereses imperialistas y que, por otra y en unión a lo anterior, genere un acuerdo o connivencia con sectores de trabajadores que, lejos de un posicionamiento de clase para sí, vean como proyecto a seguir el de desplegar las fuerzas productivas en un marco de proyecto “nacional” de donde poder obtener ciertas mejoras, coyunturales, en el plano económico y de relaciones laborales. Esta demagógica e imposible propuesta es la nueva versión -remasterizada y devaluada- de “patria para todos”. Esta “post-pruesta” (de algún modo debemos llamarle) habría sido imposible de ser ofertada a los trabajadores y al pueblo treinta o veinte años atrás; hoy es, sin embargo, el proyecto más adecuado para el estado de amorfía doctrinaria y confusión ideológica que campea en esta sociedad derruida en los escombros sesentistas, arrasada por el fascismo de los setenta, hipotecada por los pactos de los ochenta, huérfana en la debacle doctrinaria de los noventa y atormentada por el cantinflesco discurso esquizofrénico de esta década que ha perfilado a Mujica como un ícono de la estupidez social; debemos aclarar y dejar asentado que en dicha estupidez social nos encontramos todos, incluidos quienes nos proclamamos de intención revolucionaria y permitimos (o no supimos o pudimos evitar), en las mencionadas décadas, el desarrollo creciente de estas tendencias destructivas del pensamiento clasista y revolucionario.


La “patria para todos” de Mujica, el MLN y el Frente Amplio

Refundar la nación, desarrollar un capitalismo humano, generar poder nacional son, además de consignas, las herramientas “conceptuales” con las que este gobierno y la fuerza política dirigente pretende motivar y movilizar a diferentes actores sociales.

A contrapelo de esa base estructural y la realidad social reseñadas someramente líneas antes, pero desde el posicionamiento político asumido y también criticado en párrafos anteriores, Mujica, el MLN-MPP, el gobierno y el Frente Amplio apelan, desde un discurso meramente ideologizado, (por tanto falaz y abstracto) a lograr acuerdos con todos. A los capitales transnacionales se les asegura, desde el pragmatismo macroeconómico, una plaza eficiente y con reglas de juego claras; a la burguesía se la llama a invertir en un Uruguay productivo y se le promete estabilidad y rentabilidad; a los trabajadores se les augura mejoras del salario, respeto de los derechos laborales y se les asegura equidad y justicia social; a los desocupados se les plantea asistencia y reinserción en el campo del trabajo; a los desposeídos y marginados se les asegura atención, apoyo, planes paliativos; a la Universidad se la llama a pensar un país moderno e inserto en un mundo tecnológico; a las fuerzas armadas se les plantea mirar hacia el futuro y vincularse a la sociedad civil; a la policía se le promete una mayor profesionalización y mejores ingresos a su personal; a la iglesia se le abren las puertas de la participación en tareas comunes para un Uruguay para todos y así ad infinitum. ¿Alguien cree que todo esto es posible aun en el caso de que fuera cierto?

Esto es demagogia populista y de esta definición surgen algunas cuestiones preocupantes; es tal la falta de coherencia en los planteos, tan desmesurada la oferta, tan imposible su concreción que, más temprano o más tarde, este gobierno verá que comenzarán a generarse conflictos de intereses, quizá no de clases pero al menos sí corporativos y aquí comenzará un nuevo problema. La ausencia de posicionamiento de clase de Mujica, sumado a su capacidad de decir siempre lo que sus interlocutores quieren escuchar, más su deseo de trascendencia (a todas luces evidente) lo llevará a una descolocación cada vez mayor; de aquí a no asumir responsabilidades propias y caer en un autoritarismo disimulado por el efectismo y la practicidad habrá un solo paso. Quizá en el vacío.


Nuestra tarea en la hora actual

Para quienes nos posicionamos en el campo de intención revolucionaria cabe comprender al menos algo; repetimos unas líneas ya escritas en este mismo trabajo: “Es en este marco que nos movemos y este marco incorpora, como correlato superestructural, cultural e ideológico, la comprobación de que nos encontramos en la más difícil coyuntura conocida, para impulsar ideas y prácticas revolucionarias, vivida en décadas. Es difícil recordar una etapa en nuestra historia donde la orfandad doctrinaria se expresara con tanta crudeza como en nuestros días.”

No obstante esto, nuestra tarea es impulsar la necesidad y la vigencia de una sociedad sin explotados ni explotadores, la validez de la premisa de que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, la generación de conciencia para sí en los sectores objetivamente explotados y expoliados por el sistema y la construcción de organización política revolucionaria.

Estas tareas no se resolverán de la noche a la mañana ni son producto exclusivo de la elaboración teórica, pero requieren urgencia, análisis y creatividad. Requieren de la búsqueda de un horizonte revolucionario y de la estructuración de otra campaña permanente y creciente.

Nuestra tarea es favorecer el proceso revolucionario; esta tarea, enorme y urgente, no puede hacerse (y mucho menos realizarse) de manera improvisada o carente de ciertas herramientas, las cuales deben (necesariamente) ser utilizadas en todo su potencial e inteligentemente.

El camino no es, ni debe ser, cualquier campaña desde nuestra posición, perspectiva o necesidad; debe ser (si queremos que impacte más allá de nosotros mismos) algo diferente, potente y de significaciones diversas.

La forma no puede ser más de lo mismo desde nuestra posición de clase. Nuestra acción debe ser, ante todo, y por sobre todo, una manera distinta de abordar un problema, un auditorio y un escenario.

Esta tarea es un proceso que comenzó antes del momento eleccionario y debe continuar hasta que las organizaciones sociales y políticas clasistas, el campo de intención revolucionaria en que nos movemos y otro espacio mayor, de igual signo, incidan en y accedan a ser unos interlocutores serios para con un sector de la sociedad proclive, objetiva y subjetivamente, a nuestros planteos.

Esto requiere no sólo de trabajo y entrega; requiere rigor y conocimiento de diversas herramientas y medios de agitación y propaganda. Requiere de un abandono radical de la improvisación y de la subestimación de ciertas técnicas que pueden ser verdaderas armas en nuestras manos. Estas armas hace rato que lo son en manos enemigas; subestimarlas es un suicidio político (en el mejor de los casos).


Lo objetivo existe; construyamos lo subjetivo.

(“pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad”)

Desde que asumió hace cinco años el gobierno entreguista-frenteamplista (al menos desde ese momento), quienes no hemos claudicado ni renunciado a los postulados revolucionarios nos debatimos entre nuestros “ruidos”, malos entendidos, desinteligencias e incomunicaciones varias (entre nosotros y con la clase y el pueblo); esto no debemos atribuirlo ni al enemigo, ni a la superestructura, que incide claro está. Debemos, desde una posición revolucionaria y autocrítica, atribuirlo a nosotros mismos y a nuestras insuficiencias e incapacidades (por no agregar desconfianzas e intenciones de vanguardismo, liderazgo o trascendencia, lo que sería aún más grave).

Modifiquemos estas insuficiencias desde la asunción de las mismas y comencemos un camino que nos lleve a la imprescindible situación de dejar de hablar un “argot” para nosotros mismos y entre nosotros mismos; dejemos la cancha chica; juguemos en el terreno que debemos jugar con las armas que debemos usar como corresponde.

Usemos los medios, las herramientas y los conocimientos del sistema que, en nuestras manos, y desde posiciones de clase, son formidables. Valenti no es tonto; no lo seamos nosotros. Nadie fassanea como Fassano; desarrollemos nuestros medios impresos, digitales, alternativos; generemos nuestras AM, FM, SW, radio en internet, código morse o “Bemba” a secas, y con una calidad (claridad) y un lenguaje capaz de iluminar oscuridades y decir lo que hay que decir de manera franca, serena, llana y contundente. Confiemos en nosotros mismos y en el pueblo. Somos parte del pueblo; si no confiamos en él es que no confiamos en nuestra capacidad y voluntad.

Nos encontramos en un punto crucial de nuestro trabajo: “hemos roto el aislamiento” y “hemos logrado un círculo de interlocutores” que nos permiten proyectarnos a otro nivel. Expresado esto, volvamos al futuro; esta etapa requerirá, necesariamente, al menos de algunas herramientas ya perfiladas o estructurándose: medios alternativos, encuentros, seminarios, actividades de diverso tenor; tendrá, asimismo, un despliegue de acciones diversas; tendrá, de igual modo, otros aspectos a definir. Todo ello deberá concebirse como un conjunto orgánico donde la parte apoye el todo y donde el todo posibilite cada parte. Un aspecto central de esta “otra campaña” deberá ser la forma, quizá, en esta etapa, la cuestión más importante del contenido.

Hay que hablar y hacer para el conjunto del pueblo; más allá de definir estrategias específicas para sectores específicos (cuestión necesaria y que habrá que atender con especial cuidado). Este pueblo no habla nuestro “argot” ni lo hablará (felizmente). No es el pueblo quien debe esforzarse en entendernos sino nosotros quienes debemos esforzarnos en hablar un lenguaje comprensible por todos. El pueblo no maneja nuestras categorías de análisis ni nuestros conceptos doctrinarios y políticos, por tanto, debemos “adaptar” nuestro lenguaje y decir lo que debemos decir de manera simple, llana, clara; los ejemplos deben servir para evidenciar ideas; el humor es una herramienta formidable que derriba cualquier barrera.

Nuestros planteos deben ser propositivos y nunca deben basarse en la adjetivación, el menoscabo o la falta de respeto; el pueblo se defiende de esta manera de hacer política mirando para otro lado. Queremos y necesitamos que nos mire a nosotros como mira TV, como mira carnaval o fútbol. ¿Por qué no concebir acciones que contemplen estas cuestiones?; si no podemos llegar a la TV llevemos otros medios alternativos a los barrios, a los centros de trabajo y de estudio, a los asentamientos; llevemos música; llevemos teatro, fútbol, alegría, hechos y después palabras: pocas, claras, serias. Y después volvamos a hacer otras cosas, las que quienes nos prestaron oído propongan; y confiemos. Este trabajo es a largo plazo y debemos contar con el pueblo.

El eje de nuestro accionar no es un periodo electoral o de gobierno, el objetivo es empezar a hablar y a hacer lo que hace cuarenta años se dejó de hablar y de hacer. El objetivo es el horizonte revolucionario, el socialismo, el hombre nuevo.





[1] “La estrategia y la táctica revolucionaria”

(tomado de: Apuntes para una teoría de la revolución socialista

    en el Siglo XXI) /puede leerse completo en internet en los sitios Rebelión y La Haine, entre otros. Autor Alejandro García Ruiz.

    [2] "Consideraciones generales sobre estrategia y táctica"

      (presentado por Mujica, Fernández Huidobro y Bonomi al congreso del MPP)

      /Comisión de Estrategia de la Dirección Nacional del MPP, 19 de febrero de 2006.

[3] “En respuesta a documento del MPP”

    (tomado de: Dialéctica de la evasiva) /fue publicado en el semanario 7/7.

    Autor Alejandro García Ruiz.


Alejandro García Ruiz (QUINO)

viernes, 9 de septiembre de 2011

Una mentira explosiva

Hoy es 9/11; en el mundo se habla sin parar de aquellas dos torres abatidas. Diarios, radios, televisión, internet, en las oficinas, en las plazas (lo he comprobado) no se escucha más que hablar de aquellos aviones y de qué estaba haciendo cada quien cuando observó, o le avisaron, que las Twin Towers estaban colapsando.

Ha pasado una década y la mentira se ha reafirmado, profundizado, enquistado; que Al Qaeda, que Bin Laden, que el avión que impactó al Pentágono, que aquel otro avión que cayó antes de llegar a destino.

Se difunde una mentira, una coartada, una versión y se la considera verdadera, aceptable, indiscutible; aunque todo nos muestre que es falsa, inaceptable y muy discutible. Sin embargo, en esa década se investiga, se comprueba, se difunde y se explica que el atentado fue un autoatentado; que el avión que impactó al Pentágono no fue un avión sino un misil tierra-tierra; que el otro avión no fue rescatado por los pasajeros sino abatido por aviones caza; se demuestra científicamente que las torres y edificios aledaños fueron colapsados mediante métodos utilizados para derrumbes controlados y que los aviones fueron sólo parte de la puesta en escena y, todo esto, apenas es una vocesita susurrada en medios alternativos y se la cataloga como una loca teoría conspirativa en la cabeza de un puñado de delirantes marginales.

Bien; dejemos de lado las especulaciones. Lo cierto es que Estados Unidos, o sea: el imperio más bestial en la historia de la humanidad, luego de eso arrasó gran parte de oriente medio; como ahora arrasa Libia, supuestamente para liberarla del “dictador” Gadafi; asimismo antes le declaró la guerra a Osama. Lo que no dicen los medios es que tanto Osama como Gadafi eran aliados del imperio.

Entonces cabe preguntarse ¿qué sucede? Lo que sucede es que se acaba el petróleo, se necesita gas, minerales escasos y valiosos para sostener la máquina financiera-militar-imperial-mundial comandada por la oligarquía terrestre que domina a los países como a piezas en el tablero, a otros gobiernos como a títeres y a la casi totalidad de la gente en el planeta como a ganado.

Cabe avisar que también está escaseando el agua; cabe avisar que en nuestras tierras existe el acuífero Guaraní; el segundo recurso natural de agua potable más importante del planeta. El más importante coincide con el territorio Libio.

Alejandro García Ruiz (QUINO)

http://www.ojopelao.com/mundo-perro/31655-detras-de-libia-icontrol-del-mayor-acuifero-del-mundo.html

jueves, 8 de septiembre de 2011

ESTAMOS EN CONTRA DE LA BAJA DE LA EDAD DE IMPUTABILIDAD


Porque tenemos sentido común y porque no se castiga a las víctimas.
Este es mi afiche virtual; hagamos cada uno, uno; multipliquemos, difundamos. Opongámonos.

martes, 6 de septiembre de 2011

¿Ser de izquierda y ser capitalista?

Sobre un artículo del señor Esteban Valenti
titulado “
La renovación y las milanesas”

¿Ser de izquierda y ser capitalista?

El señor Esteban Valenti es un experto en temas de renovación en la “izquierda”; el proceso así denominado que, sobre finales de los ochenta fue impulsado por él y otros dentro del Partido Comunista del Uruguay, es un claro ejemplo para considerar. De hecho, este proceso, llevó al descarrilamiento y a la debacle a dicho partido. Adjudicarle al señor Valenti exclusividad en cuanto a la responsabilidad a este respecto sería, por cierto, injusto. Ciertamente, que el señor Valenti integrara el Ejecutivo de dicho partido, fuera el secretario nacional de propaganda, dirigiera el diario La Hora Popular e impulsara, contra viento y marea, ideas renovadoras tales como volver a conceptos pre marxistas no es un mérito individual suyo. Ya en ese entonces se había hecho público y difundido el renovador documento de “los 24”, firmado entre otros por Tabaré Vázquez, Rodrigo Arocena y otros ilustres “aggiornados”. Ya en ese entonces, el Partido Comunista, mostraba lo que la clandestinidad, el exilio, la cárcel y la autolegalización, retardaron en hacer evidente.

Las “ideas” renovadoras que se intentaban impulsar de manera no muy renovadora eran, a todas luces, tan vigentes como la falta de respuesta del PC y otras fuerzas de izquierda al ascenso militar en la década del sesenta, o el llamado eurocomunismo europeo, entre lo más visible (incluso para Valenti) el italiano.

Se le llamó entonces renovador a todo aquello que renunciara a la lucha de clases, a la confrontación entre el capitalismo y el socialismo, a los aspectos fundamentales del marxismo incluído, por supuesto, la dictadura del proletariado.

Entonces, al ir hacia atrás en el proceso histórico se le llama, por parte de estos neo teóricos devenidos en administradores del posibilismo más ramplón, “renovación”.

Abreviando: a este gobierno del Frente Amplio y al anterior del señor Tabaré Vázquez se le llama gobierno de izquierda. Al gabinete económico y al ministro de dicha cartera se le dice de izquierda; a las políticas que impulsa se las define como de izquierda.

Al señor Valenti le preocupa la tendencia de los procesos mundiales y regionales; de igual modo le preocupa cómo la fuerza política Frente Amplio se relaciona con todos los sectores sociales; le inquieta el funcionamiento de los comités de base y plantea un sinnúmero de dudas.

De todas maneras, el señor Valenti va llegando con toda calma y tranquilidad al final de su artículo sin responder nada; sin preguntar nada profundo; sin cuestionar al sistema, sus contradicciones e injusticias. Se conforma con la infundamentada y apriorística afirmación de que este gobierno es de izquierda y con la conjetura de que comemos más milanesas.

Estadísticamente tiene razón el señor Valenti. Mientras los marginados por el sistema y este gobierno renovador apenas saben qué sabor tiene la carne, otros sectores sociales, todos los renovadores y él mismo, cada día ingieren más milanesas. En promedio estamos mejor.

Estas son las ideas renovadoras del señor Valenti; novísimas ideas. Hay que rastrearlas antes de Marx o quizá en Bernstein o en aquellos que, haciéndose los distraídos, acabaron con partidos de izquierda poderosos y luego, mirando para el costado y silbando bajito andan por ahí proponiendo humo con cara de yo no fui.

Alejandro García Ruiz

(QUINO)

jueves, 1 de septiembre de 2011

Breve pieza tragicómica

Melodrama Para Perder

(Mirar Llorar Notar - Tirar)


“Hace décadas, en un pequeño reino, una poderosa organización tenía un plan para tomar el poder: era el plan Hipopótamo; también tenía otro plan, el Collar; y otro más, el Tatú y otros muchos, muchos planes más; planes de ocasión. Pero como todo es negociable...

Ahora, uno de aquellos jefes históricos gobierna el pequeño reino desde su quincho.

Cualquier similitud en esta historia con hechos y personajes reales no es ninguna coincidencia aunque sí una desgracia.”


Personajes:

Elustroso Felando Huidizo

Julius Marxenbaldes

Pepus Musticia

Lucrecia Laintrigansky

Malvicio Rostrostone

Rufus (espectro)

Rufito (hijo de... el espectro)

Centinelas: Bienblando y Mancebo


ACTO I

Escena primera


(En un amplio quincho, escasamente iluminado, Pepus y Lucrecia toman mate y escuchan una radio que transmite canciones populares; Julius camina con el Manifiesto en la mano y murmura; arrastrándose, entra en escena Elustroso)

Elustroso:

La vamos a encontrar; ¡la vamos a encontrar! Por más que se nos vuelva aguja en un pajar.

Lucrecia:

¿Ta cantando el Elustroso, Pepus?

Pepus:

No es de ahora, vieja.

Lucrecia:

Esa canción me suena, Pepus... pero no es lo que está de moda en la radio.

Pepus:

¡Elustroso! ¿Qué hacés, hermano?

Elustroso:

Estoy buscando una cosa, Pepus. La vamos a encontrar...

Pepus:

¿Se puede saber qué es, Elustroso?

Elustroso:

La estrategia, Pepus; la estrategia. Nos quedamos sin estrategia pero la vamos a encontrar.

Pepus:

¿Pero así, compañero? ¿Arrastrándose por el suelo le parece que la va a encontrar?

Elustroso:

Es la costumbre Pepus; años de costumbre.

(Entra en escena Julius, dando gritos y con una actitud destemplada)

Julius:

¡Lucha armada, lucha armada! ¡Pólvora, revolución, granada!

(Pepus ceba otro mate a Lucrecia y, enarcando las cejas, comenta por lo bajo)

Pepus:

Tibio y lavado...

Lucrecia:

¿El mate? Si recién lo preparé Pepus.

Pepus:

No vieja, no. Como te digo una cosa te digo la otra.

Lucrecia:

No entiendo, viejo.

Pepus:

Ya sé, Lucrecia; no importa.

Elustroso:

¡Julius! ¡Julius! El imperio se ha vuelto más agresivo; debemos aguardar que el proletariado asuma su papel en los países centrales.

Julius:

¡Lucha armada! ¡Lucha armada! ¡piedras, bazucas, granadas!

Pepus:

Ta dado vuelta...

Lucrecia:

Viejo; ¡te dije que recién lo preparé! ¿No me entendés?

Pepus:

¡No-ha-blo-del-ma-te! Traé unos bizcochos, Lucrecia, y no hay apuro; tomate tu tiempo.

(Lucrecia hace mutis por el foro)

Pepus:

¡A ver, ustedes dos! ¿Qué carajo les pasa?

Julius:

¡Hay que tomar el poder! ¡Lucha armada! ¡miguelitos, molotovs, granadas!

Elustroso:

El poder también puede ser des-construido... Aunque si vamos a tomar algo me anoto.

Pepus:

(susurrando)

Es lo que hay, valor...

(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(Entra Lucrecia con una bolsa de bizcochos; Julius hace malabarismos con tres granadas)

Lucrecia:

¡Pepus! ¡¿Qué hace Julius?! Vamos a volar todos por el quincho.

Pepus:

No te preocupes vieja; dice que ya las probó y no funcionan.

Lucrecia:

Viejo, sé que parece mentira pero cada vez entiendo menos.

Pepus:

Dice que se está entrenando.

Lucrecia:

Pensar que antes íbamos a Libia y lugares así.

Pepus:

Viejita... andá a dar una vuelta por la quinta. Y no hay apuro; tomate tu tiempo.

(Lucrecia, otra vez, hace mutis por el foro)

Pepus:

¡Elustroso! Vení, arrimate un poco.

(Arrastrándose, Elustroso llega a los pies de Pepus)

Pepus:

Voy a confesarte algo, hermano, mientras el Julius acciona.

¿Sabés que todas las noches sueño y me despierto sudando y agitado en la catrera y después me cuesta un disparate dormirme de vuelta?

Elustroso:

A mí me pasa lo mismo, Pepus. Pero el mío es un sueño recurrente. ¿Con qué soñás, Pepus?

Pepus:

Depende, hermano, depende. Como sueño una cosa sueño la otra pero después me despierto y no hay caso; no puedo volver a pegar un ojo.

La otra noche, por ejemplo, soñé con Saravia.

Elustroso:

¡Aparicio! Debe ser una señal, Pepus.

Julius:

¡Aparicio! ¡Aparicio! ¡Lucha armada! ¡A las cuchillas, sable en mano, granadas!

Pepus:

Me está empezando a caer pesado...

Elustroso:

Dejalo; es puro método y lo que necesitamos es estrategia. Hablame de Aparicio.

Pepus:

¡Ma qué Aparicio ni qué ocho cuartos! Soñé con el que era senador y de repente resultaba que llegaba a presidente, Elustroso; ¿Te das cuenta? No pude dormir más.

Elustroso:

Ta jodido... ¿Y qué más soñaste?

Pepus:

A veces sueño que me cagaron a tiros.

Elustroso:

Los sueños sueños son...

Pepus:

(mirando hacia Elustroso con cierta molestia)

Otras veces sí que tengo pesadillas; sueño con Rufus. Sueño que aparece y me mira; serio, me mira.

Elustroso:

¿Y te habla?

Pepus:

Dice no me entrego; no me entrego.

(Silencio)

Elustroso:

Yo te entiendo Pepus. ¿Puedo contarte el sueño recurrente?

Pepus:

Contame.

Elustroso:

Sueño que voy a una tienda de mascotas.

Pepus:

¿Estás con resaca, Elustroso?

Elustroso:

Imposible, Pepus; para tener resaca hay que parar de tomar y yo...

Pepus:

¿Pero qué carajo es eso de la tienda de mascotas?

Elustroso:

Dejame contarte, Pepus. Voy a una tienda de mascotas y pregunto si tienen un hipopótamo, pregunto. Me dicen que tienen uno; me lo traen. Cuando lo miro... no sabés, Pepus. ¡Me entró una emoción!

Pepus:

¿Vos estás bien, Elustroso? Me parece que no quedaste bien.

Elustroso:

Escuchame. Cuando veo el hipopótamo casi lloro; era enorme, precioso. Hasta un collar tenía; un collar con cuentas de colores. Dije: ¡Me lo llevo!

Julius:

¡Rinocerontes! ¡Rinocerontes! ¡Lucha armada! ¡Tatú, insurrección, granada!

Pepus:

Por qué mierda habrá dejado la carpintería...

Elustroso:

Escuchame a mí, Pepus. Me lo llevé; salió carísimo pero yo dije: después se lo vendo a cualquiera y me hago unos mangos en el pasamano pero mientras, Pepus... ¡Pepus! No sabés.

Pepus:

Hacela corta, Elustroso.

Elustroso:

Yo me subía al hipopótamo y desfilaba por 18; la gente desde los balcones y las veredas me aplaudía, me ovacionaba, me arrojaba flores, guirnaldas y así, bajo palio, llegaba hasta la estatua de Artigas; me bajaba del hipopótamo y me subía a babuchas de Don José, me subía.

Pepus:

¿Y el hipopótamo?

Elustroso:

Se lo cambié a un blandengue que bajaba la bandera; me dio una petaca.

Pepus:

¿Y el collar?

Elustroso:

Me lo tuve que meter en el culo pero qué importa; a esa altura... Digo: desde esa altura.

Pepus:

¿Y después?

Elustroso:

Después me bajaba; ¡pero la plaza estaba tan florida!

Pepus:

Andá a la quinta a ver si encontrás a la Lucrecia; y tomate tu tiempo; o lo que quieras... no hay apuro.


*


Acto II

Escena primera


(Entra Lucrecia seguida , al rastro y al rato, por Elustroso)

Lucrecia:

¡Pepus! ¡Viejo! Los centinelas han visto una sombra; han visto...

Pepus:

La cagué; el Elustroso los convidó con algo.

Lucrecia:

No, Pepus, te juro; yo no vi nada pero los centinelas...

Pepus:

¿Qué vieron esos?

Lucrecia:

Dicen que una sombra; un espectro.

Julius:

¡Lucha armada! ¡Lucha armada! ¡Comunismo, liberación, granadas!

Pepus:

Dale al Julius una que explote... pero antes decime algo, en serio: ¿Elustroso los convidó con algo?

Lucrecia:

¡Pepus! Elustroso va cuando yo vine; se arrastra. ¡Lo sabés, viejo!

Pepus:

¡Llamá a los centinelas! Y andá a preparar algo pa la cena; tomate tu tiempo. No hay apuro.

Lucrecia:

¿No te interesa escuchar lo que me dijeron?

Pepus:

Andá a hablar con Julius; tomate un rato. No hay apuro, dije. Si no querés cocinar llamá al delivery, llamá.

Lucrecia:

No entiendo...

Pepus:

Andá Lucrecia; andá.

(Lucrecia, una vez más, hace mutis por el foro)

(entran dos centinelas: Bienblando y Mancebo)

Bienblando:

¡Eminencia! ¡eminencia! ... ¡He; minencia! ¡Musticia!

Pepus:

¡Santo y seña!

Centinelas a coro:

¡Tatucera y torta frita!

Pepus:

(susurrando)

Solo yo...

(gritando)

¡Por el culo y servilleta!

Mancebo:

Eminencia; hemos visto una sombra...

Pepus:

Soy todo oídos; díganme...

Centinelas a coro:

Me... ¡mee!

Pepus:

¿¡Me están jodiendo!?

(entra Lucrecia)

Mancebo:

Eminencia; con respeto. Hemos visto un espectro.

Lucrecia:

Sería Elustroso, sería.

Pepus:

¿Que han visto qué?

Centinelas a coro:

¡Un espectro! ¡un fantasma!

Julius:

¡Lucha armada! ¡lucha armada! ¡Recorre el mundo! ¡organización, internacional, granada!

Pepus:

¡Basta! ¡basta! Lucrecia: hacé lo que te pido; y si no... mutis por el foro.

Lucrecia:

¿Y yo qué hice?

Pepus:

Y vos: ¡Julius! Dejate de joder que la cosa está salada.

Julius:

(totalmente fuera de sí y blandiendo el Manifiesto)

¡Lucha armada, lucha armada! ¡mueran Gramsci y Feuerbach!; Hipótesis, tesis y antítesis. ¡Al brumario Bonaparte! Ho Chi Min y Tao Te King... muera Moscú; muera Pekin; muera Cuba, por las dudas, y también muera Fidel. ¡Lucha armada, lucha armada, chau Pinela y la ortodoxia! Y si sobran otras cosas... ¡lo que falta es por hacer! ¡Lucha armada, lucha armada! ¡A la guerra, a la bomba, a la granada!

(jadea)

Pepus:

Lo único que me falta es que ahora aparezca Malvicio y estamos todos.


*

Acto III


Escena primera


Pepus:

A ver, centinelas; díganme qué vieron; con calma y de a uno.

Bienblando:

Un fantasma, eminencia.

Mancebo:

Para mí que era un espectro.

Bienblando:

Sin embargo tenía forma de fantasma, tenía.

Mancebo:

Era un espectro, Bienblando.

Pepus:

Si era bien blando entonces era un fantasma.

¿Qué hacía?

Centinelas a coro:

Miraba para el quincho y se agarraba la cabeza.

Pepus:

¿Y tenía aspecto reconocible?

(Bienblando y Mancebo se miran y dudan)

Pepus:

¡Respondan! ¡No sean nabos!

Centinelas a coro:

Igualito al Rufus, eminencia; igualito.

Pepus:

¡Salgan y vigilen!

(susurrando y tomándose la cabeza con ambas manos)

Agarrate Catalina...


(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(Anunciándose, con las palmas, ingresa al quincho Malvicio Rostrostone)

Malvicio:

Que qué hacés, Pepus ¿co cómo andás?

Pepus:

Mal pero acostumbrado; viniste sin avisar, Malvicio.

Malvicio:

¿Mal mal momento?

Pepus:

No... ¡bárbaro! Ahí tenés al Julius en acción directa; la Lucrecia en babia, como siempre; el Elustroso haciendo surcos por ahí y de remate los centinelas me dicen que vieron un fantasma igualito al Rufus, igualito. Y ahora llegaste vos. Falta que aparezca Danilus con algún impuesto nuevo y otro video en interné y cartón lleno.

Malvicio:

Yo yo venía para mostrarte el libro que que acabo de terminar, Pepus.

Pepus:

¿Otro cuento más, Malvicio?

Malvicio:

No es cuento, Pepus. Es puro teatro.

Pepus:

Si lo escribiste vos da lo mismo, Malvicio. ¿Cómo se llama?

Malvicio:

Los ilícitos económicos en en clave Morse y las las volteretas afuera de un aljibe.

(reptando, entra Huidizo; atrás Lucrecia... es tan lenta...)

Elustroso:

Sé que no me van a creer pero afuera hay una sombra; un espectro. Un fantasma.

Lucrecia:

Se multiplican, Pepus. ¡Se multiplican!

(Pepus mira a Lucrecia de una manera lastimosa)

Lucrecia:

Ya sé; me voy.

(Otra vez más, Lucrecia hace mutis por el foro)

Julius:

¡Gigante bobo! Gigante bobo! ¡Lucha armada, lucha armada! ¡honda, chumbito, granada!

Pepus:

¡Los tres!; vayan a tomar algo; no se les ocurra volver enseguida.

(Velozmente, incluso Huidizo, que se contorsiona, hacen mutis por el foro con rostros de satisfacción)

Pepus:

(a solas y en un susurro)

Voy a llamar a Rufito para que encare a la sombra; espero que le dé la nafta, espero.


*

Acto IV


Escena primera


(afuera del quincho aguardan centinelas; salen Pepus y Rufito que ha llegado rapidito)

Centinelas a coro:

¡Eminencia, eminencia! Ya se acerca la presencia.

(aparece la sombra; con un gesto llama a Rufito; éste acude; donde lo llaman, acude)

Rufito:

¡Papi, papi del alma!...estás hecho un espectro.

Rufus:

Hijo... hijo de... vos estás hecho un fantasma. Y ellos... ellos, son innombrables.

Rufito:

Así les llamaban antes, papi.

Rufus:

He venido hasta aquí porque ha llegado la hora de la venganza; deberás elegir si renuncias a mí, definitivamente o, en cambio, serás mi instrumento.

Rufito:

Papi, todos me piden lo mismo; yo así no puedo.

Rufus:

¡Callate y escuchá!

Rufito:

¿Viste? Todos me dicen lo mismo; yo así no sé.

Rufus:

¡Basta! Es hora que asumas tu papel; deberás poner mucha energía en esta industria.

Rufito:

Bueno, yo en los papeles estoy en industria y energía.

Rufus:

No hables más, te lo pido; sólo escuchame y hacé exactamente lo que te voy a decir.

(Rufito asiente; está preparado para eso. Pepus y los centinelas observan a la distancia sin oír el monólogo que acontece)


(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(Rufito se acerca a Pepus con semblante confuso)

Pepus:

¿Decime, Rufito... ¿era él?

Rufito:

Mismo...

Pepus:

¡¿Qué te dijo?! ¡Decime!

Rufito:

Que las papas queman, que meta huevo, que la revuelva y que haga algo.

Pepus:

Carajo... ¿Y qué vas a hacer?

Rufito:

No tengo otra alternativa que seguir su consejo.

Pepus:

¿Nos dejás, Rufito?

Rufito:

Y sí; me voy a casa a hacer la tortilla que me pidió papá. Nos vemos mañana.

Pepus:

(en un casi inaudible susurro)

No sos normal...


*

V y último Acto


Escena primera


(Los centinelas permanecen afuera; Pepus se halla otra vez en el quincho; han regresado Huidizo, Julius y Malvicio; ingresa Lucrecia con la cena pronta)

Lucrecia:

¡A la mesa! Vamos que se enfría.

Pepus:

¿Qué preparaste, Lucrecia?

Lucrecia:

Para vos y para mí una pulpita jugosa; para el resto falda pero les decimos que es asado y ya está.

(Se acercan Huidizo, que se instala a los pies de Pepus; Julius y Malvicio, que toman asiento a los lados; Pepus ocupa la cabecera; Lucrecia sirve la comida y toma su lugar frente a su esposo)

Elustroso:

¡La encontré! ¡la encontré!

Pepus, Julius y Malvicio a coro:

¡¿La estrategia?!

Elustroso:

No; la carne. Entre la grasa y los huesos la encontré; ¡La encontré!

Pepus:

(Con su rostro ensombrecido y luego de un largo silencio, cosa rara, dice)

Hagamos un pacto.

Lucrecia:

¿No estaba hecho hace rato?

Pepus:

Terminá de comer y andá a lavar los platos; dejame con estos tres que tenemos que hablar en serio.

(La cena transcurre en silencio; finalmente Lucrecia hace mutis por el foro, por última vez)

Pepus:

Escúchenme los tres; hay que refundar el reino; si nos tenemos que tragar sapos y abrazarnos con las culebras no importa. Necesito alguien que se encargue de hacer un plan.

Elustroso:

¡A mi juego me llamaron! Me ofrezco como voluntario, Pepus.

Pepus:

Tenés cuarenta y ocho horas; ¿tenés claro lo que quiero, hermano?

Elustroso:

¡Un plan! ¡un plan para refundir el reino!

Pepus:

¡Huidizo!; dije refundar, no refundir.

Elustroso:

Ah... paso.

Pepus:

Andá a tomar aire, Elustroso; no hay apuro para nada. Tomate tu tiempo.

Elustroso:

Me llevo la botella, me llevo.

(Huidizo se dirige hacia el exterior; al llegar afuera dice, en voz alta, a los centinelas)

Elustroso:

¡No disparen! Soy Huidizo...

Centinelas a coro:

El que toma y no convida tiene un sapo en la barriga.

Elustroso:

Ni en pedo; la yatebo en mía.

Centinelas a coro:

Recibirás tu merecido.

(Dicho esto pisan, patean y escupen los restos de Huidizo y huyen hacia la oscuridad; la Sombra observa y sonríe)


(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(En el quincho, Pepus, Julius y Malvicio, discuten acaloradamente)

Pepus:

¡Yo soy un derrotado por Harvard pero no me banco la idea de que el Saravia llegue a presidente y menos que menos que el que te dije vuelva en el 2014; ¡Quiero un plan!; los escucho.

Malvicio:

Ha hablá con La La Larañaba y y hacemos el frente gra grande, hecemos.

Julius:

¡No! ¡no! Tenemos que volver a las fuentes. ¡Lucha armada! ¡lucha armada! ¡dialéctica, insurrección granada!

Malvicio:

E esa película ya la vimos, Julius. Ahora te tenemos que ser tácticos, tenemos.

Julius:

¡Armas tácticas! ¡armas tácticas! ¡tecnología, face buk, granada!

(Pepus mantiene su cabeza contra la mesa y se la agarra a dos manos; la cabeza)

Malvicio:

¡No Ju Julius! El arma es es la cultura, la hege hegemonía.

Julius:

¡Reformista! ¡reformista! Tu cultura es la revista; ¡documentos, documentos! ¡coordinador, clandestinidad, granada!

Pepus:

(Con el rostro desencajado y con la paciencia agotada, grita)

¡De-jen-sen-de-jo-der! ¡Va-yan-sen-pa-fue-ra! ¡Carajo! ¡Nabos! ¡quiero una solución no más problemas! Tienen media hora pa volver con el plan y si no, ¡no vuelvan!

(Malvicio y Julius hacen mutis por el foro: afuera no encuentran rastros de los centinelas, ni de la estrategia, ni de las soluciones, ni de un plan; sólo unos restos difusos en el piso)


(Fin de la segunda escena)


Escena tercera y última


Monólogo de Pepus:

(puede ser transmitido por radio tres veces al día pero aún así es un monólogo)

Compatriotas, contertulios, compañeros; nos encontramos frente a una coyuntura difícil pero a la vez facilísima. Tenemos que caminar y esperar que aclare para que el camino que esperamos sea claro como la espera que nos aguarda al final del camino que no vamos a andar porque es de sabios quedarse donde uno está cuando no tiene idea ¡de pa-don-de-tie-ne-que-ir! Es simple. No hay dificultad que no podamos superar si nos juntamos todos para seguir separados para que podamos estar unidos ¡más-tem-pra-no-que-tar-de!

Contertulios, compatriotas, compañeros: Lo importante es ¡la-u-ni-dá! Y si pa mantener la unidá nos tenemos que dividir en cien, mil, un millón de-pe-da-zos, ¡lo-va-mos-a-ha-cer!

Nos vienen a convidar a arrepentirnos; ¡a nosotros, contertulios! ¡justo a nosotros! Ya nos hemos arrepentido hasta de habernos a-rre-pen-ti-do y ¡de-e-so-tam-bién!

Nos vienen a convidar a tanta mierda; ¡justo a mí, compatriotas! ¡a Pepus! Ya estoy hasta la coronilla na-dan-do-en-mier-da; pero es el abono de la refundación del reino, compañeros.

(afuera se escucha la detonación de una granada)

(Pepus piensa; todos tienen derecho a equivocarse; hasta Julius)

¡Compañeros, contertulios, compatriotas!

Una luz puntual nos ilumina al final del camino; habrá que pagar la factura, que cada vez es más alta. Pero queridos contertulios, compañeros, compatriotas... qué importa una factura más ¡si-ha-ce-ra-to-que-so-mos-bo-le-tá!

¡Queridos con tertulios, patriotas, ñeros! La patria, la de Artigas, ¡la-va-mos-a-en-con-trar!

Por más que en esas pajas sea cuestión de azar.


Cae el telón


(Pepus continúa hablando, hablando, hablando...)

(Se escuchan sirenas; afuera, una sombra se toma la cabeza y murmura: no me entrego... no se entreguen)

(Otras sombras se multiplican; una a una suman diez; diez a diez, cientos; ciento a ciento, miles)

La Sombra crece; y sonríe.

¿FIN?



Mengueche

Perdonen que yo sospeche


(Puede reproducirse, publicarse, interpretarse, pasarse de mano en mano, de correo en correo, boca o boca u hoja a hoja; siempre citando la fuente: “Mengueche”)

Ablando de oja... Me voy a tomar un Hoja de Otonio, me voy; ya vendrá la primavera ques inesorable, es.